¿Cómo plantea esta nueva etapa de la Facultad de Filosofía dentro del Ateneo Universitario Sant Pacià?
Ciertamente es una nueva etapa. La filosofía, enseñada desde un ateneo eclesiástico, mantiene su vocación universal, científica y cultural. Tenemos un buen cuerpo de profesores (sacerdotes y laicos); tenemos la voluntad de colaborar desde nuestra competencia en el conjunto de las ciencias cultivadas en el Ateneo; y aunque la filosofía pueda resultar algo ardua, ayuda tanto para preparar la formación teológica y comprender el hoy de la historia y la cultura. También quisiera mantener el contacto y la colaboración con los colegas que han pasado en la Facultad de Filosofía de La Salle-URL, con la que hemos compartido mucho.
¿Cuáles son los retos futuros que encaran en septiembre?
Este septiembre comenzamos un nuevo curso, y esto siempre es un reto. Hay que cuidar el cuerpo docente -y tratar de hacerlo crecer-, y a la vez trataremos de colaborar más orgánicamente con las necesidades de las otras Facultades del Ateneo. Tambien tendremos en cuenta la pedadogía y la investigación: así como los alumnos valoran la pedagogía a la hora de explicar la filosofía, también será necesario tener presente la investigación de cada profesor y colectivamente como Facultad. Creo que tenemos unos profesores muy profesionales y de alta calidad. Trataremos de ir construyendo y mirando al futuro, en sintonía con la realidad de lo que va sucediendo.
¿A quién va dirigida la Filosofía eclesiástica hoy en día?
Como Facultad eclesiástica al servicio de la Iglesia tenemos buena parte de alumnos que cursan los estudios teológicos y filosóficos como base intelectual para su servicio como Pastores el día de mañana. Pero, como decía antes, la enseñanza de la filosofía, y una filosofía en diálogo con la fe cristiana, es algo que interesa a un joven que tiene deseo de estudiar filosofía, o un profesional que quiere complementar sus estudios científicos con los humanísticos, o una persona jubilada que nunca ha perdido el interés por la reflexión filosófica, sus problemas y dilemas. Cómo me gusta decir a mis alumnos: si la filosofía nos ayuda a interpretar el mundo, ya hemos conseguido mucho.
¿Es ahora un buen momento para la Filosofía en nuestro mundo? ¿Qué preguntas puede responder o en qué puede servir hoy en día?
Yo mismo me reconozco como un enamorado de la filosofía. Estoy convencido. Siempre será el momento de la filosofía, y los tiempos actuales tan densos y complejos, más que nunca necesitan la paciencia de la filosofía. A veces he escuchado de algún alumno que recordaba con nostalgia al profesor de filosofía del instituto o escuela: nos hacía pensar, tenías que tomar posición, había cuestiones vitales y muy interesantes. Vivimos un tiempo incierto, de grandes decisiones, de males no resueltos... Detrás de la construcción social hay visiones, relatos, ideas –a veces necesitadas de crítica–. A mí personalmente, si sirve el testimonio personal, me ha ayudado tanto el pensamiento para ver, para ver la realidad, e ir más adentro de la superficie visible.
